Varias generaciones de mujeres que habitan las zonas rurales españolas han vivido las peores décadas del siglo XX, sacando adelante sus familias sin apenas medios y sujetando el entramado sobre el que se desarrollaron económica y socialmente nuestros pueblos. Nadie les preguntó qué les habría gustado hacer con sus vidas mientras se ocuparon de maridos e hijos antes de cuidar a sus padres o los de sus compañeros hasta su desaparición. La entrega generosa que las ha convertido hoy en día en el nexo que une a multitud de familias les obligó a pasar por la invisibilidad que ahora abandonan para hablar con la contundencia de la sencillez.

​

Y mientras unas contemplan con serenidad el camino recorrido, otras llegan desde los cuatro puntos cardinales para tomar el testigo, dando vida a los pueblos con su trabajo y su esfuerzo. Colaboran en el desarrollo de la economía y población rural y aportan colorido, cultura y otra forma de ver la vida que insufla tolerancia y una visión más ancha del mundo. Y detrás de ellas hay una historia intensa personal que hizo que  tomaran la decisión de salir del lugar que aman y que fue su hogar, llenando una maleta con lo mínimo en lo material y con todos sus recuerdos y sentimientos desde el punto de vista emocional. Tuvo que haber una poderosa razón para que salieran de su tierra y hubo un largo camino hasta su asentamiento en una nueva tierra. Siempre silenciosas, soportando las miradas de desconfianza o de rechazo. Ahora rompen su silencio y hablan de su trayecto físico y personal por el camino que la vida les ha puesto por delante.

​

Unas y otras nos brindan la oportunidad de escuchar un testimonio que representa un material de aprendizaje insustituible.